Analizer

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Qué hacemos con este hueso? A la basura

Existen cosas raras en esta vida, por ejemplo, que aunque este blog no lo lee casi nadie los pocos que entran por los buscadores lo hacen tecleando la frase “cómo se plantan los tomates”. Más raro resulta aún que los arqueólogos hayan tirado a la basura objetos porque no les cuadraban con la historia conocida. No hablo de principios del siglo XIX precisamente.
Hace años un amigo me dijo haber leído que los antiguos griegos cuando encontraban un hueso fosilizado no lo identificaban como un hueso. ¿Veían un fémur que les llegaba a la barbilla y qué pensaban? Digo yo que no sufrirían un cortocircuito cerebral y se quedarían en blanco.
En el año 2000 apareció el libro Los primeros cazadores de fósiles: Paleontología en tiempos de los griegos y romanos, de Adrienne Mayor, donde explicaba que si bien no se puede afirmar con rotundidad que el descubrimiento de grandes fósiles había creado las leyendas clásicas de monstruos, héroes y dioses, sí sirvió para que estas culturas encontraran pruebas de que las historias eran ciertas. En textos antiguos se hacía referencia a su descubrimiento y exposición en los templos, incluso los habían intentado montar, siendo el resultado unos bichos de impresión, pensando que se trataban de los personajes de sus mitos. Pero entonces ¿Dónde están ahora esos huesos?
A más de un arqueólogo le debieron entrar picores por todo el cuerpo al leer el libro. Descubrirlos los habían descubierto en los restos de las ciudades, pero como no encajaban con lo que se sabía de la antigua Grecia y la vieja Roma los habían tirado a la basura; sí, tal como suena, a la basura.
Sabemos que los chinos los identificaron con huesos de dragón, los molían y vendían como medicinas ¿Y los egipcios, mayas y otras viejas culturas? Si también han terminado en la basura quizá no lo sabremos jamás, aunque igualmente debieron quedarse pasmados cuando encontraban un cráneo descomunal o un hueso con el que se hubiera podido hacer cocido madrileño para todo el mes.
La ciencia aprende de sus propios errores, pero menudo pedazo de error ver un gigantesco hueso en un templo y pasar de él olímpicamente ¿Cómo habrán catalogado los soportes que los sostenían? ¿Y los recipientes? Alguno figurará por ahí como jofaina para lavarse los pies.
Lo malo es que tal vez se han deshecho de otros objetos y pruebas irrecuperables por no coincidir con las teorías del momento.

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