Es el caso de José Mujica, ‘El Pepe’, presidente de Uruguay, quien es considerado el mandatario más pobre del mundo. ¿Qué lo ha hecho obtener tan noble título? Mujica percibe por ley 12.500 dólares mensuales. Sin embargo, dona el 90% de sus ingresos a fondos de ayuda social, con lo que solo le restan alrededor de 1.250 dólares (20 mil pesos en moneda nacional) para sus gastos personales. “Con ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho menos”, dijo alguna vez, según recuerda en un reciente perfil el diario El Mundo de España.
Su esposa, la senadora Lucía Topolansky, también dona un porcentaje de su salario.
El presidente, de 77 años, un exguerrillero tupamaro que pasó catorce años preso la mayoría durante la dictadura uruguaya (1973-1985) y algunos en duras condiciones, tiene un patrimonio de 212.000 dólares (160.000 euros).
Vive en una pequeña granja de la periferia de Montevideo, donde continúa cultivando flores y hortalizas y los fines de semana maneja su tractor, según dijo más de una vez, para pensar mejor en contacto con la naturaleza.
Mujica y Topolansky, que son pareja desde el 2005, viven en una chacra modesta a las afueras de Montevideo, en Rincón del Cerro, junto a la simpática Manuela, una perrita sin pedigree y un poco coja. Fuera de la chacra, el único patrimonio que ha declarado es un viejo Volkswagen color celeste (un ‘escarabajo’), valorizado en 1.945 dólares.
Una de las muchas muestras de la humildad de Mujica se produjo, cuando salió de casa para comprar una tapa nueva para su inodoro. Lo acompañaba, por supuesto, la infaltable Manuela.
De pronto, un grupo de jugadores del club del barrio, Huracán del Paso de la Arena, lo vio y le pidió que los arengara antes de un partido muy importante. Mujica no dudó en aceptar y cuando llegó al local del club, le dio una charla motivacional a la plantilla. Además, accedió a tomarse todas las fotos que los hinchas, jugadores y cuerpo técnico le pidieron, y hasta prometió asistir al asado de festejo si el equipo lograba el ansiado ascenso a la Primera B (Segunda División).
Luego, como un hombre común y corriente, subió a su modesto auto, cargó a Manuela y volvió a casa. ¿Instaló la tapa nueva de su inodoro? Seguro que sí.
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