Uno tiene bastante experiencia en esto de presentarse a oposiciones. Primero para conseguir trabajo y luego para ascender. Vi de todo, aprobar y que no te sirva de nada, comerse la “chuleta” porque casi le pilla el que controlaba, sindicalistas ayudando al familiar del jefe o el examinador pasando el examen con las soluciones al examinado. Siempre ha existido el enchufismo y siempre existirá, aunque por lo menos entonces se intentaba luchar contra él.
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) ha demostrado que en aquellos tiempos éramos unos simples aficionados, ahora se enchufa a la gente sin control. El mes pasado FEDEA presentó un estudio en el que se señalaba que uno de cada cinco nuevos altos funcionarios es familiar de otro alto funcionario veterano. Este 20% es la media, entre notarios, registradores y abogados del Estado llega al 30% y en jueces disminuye al 10%. Como es prácticamente imposible saber cuántos no son familiares directos es de suponer que las cifras reales de enchufados son enormes.
Los métodos para conseguir enchufar a la gente son principalmente dos, por un lado haber vuelto a los exámenes orales, en los que se puede puntuar sin que queden rastros, evitando la posible revisión del examen como sucede si queda en papel, y eliminando aquellos en los que el que los corrige desconoce la identidad del opositor. Los dos sistemas fueron ideados con intención de impedir las prácticas abusivas que consiguen perpetuar en el poder a las mismas familias, como eran tremendamente efectivos simplemente los han eliminado.
Estos altos funcionarios tienen una responsabilidad enorme, entre otras muchas cosas son los encargados de hacer planes, estudios e investigaciones de cómo solucionar los problemas del país. A uno le tiemblan las piernas de miedo al saber que nuestro futuro no está en manos de los mejor preparados, sino de los enchufados. Por si cabía alguna duda nuestra ministra de Sanidad, Lerire Pajín, se encargó de despejarla cuando una senadora le preguntó por qué había nombrado a su amiga Nuria Espí como directora del Plan Nacional sobre Drogas: “Sólo faltaría que la ministra no nombre a quien le salga de los cojones”. Queda todo dicho.
1 comentario:
Lo único que ha cambiado a día de hoy, es que ahora se puede denunciar públicamente, (no que sirva de nada, solo que antes no podía ni protestarse).
De forma mas o menos encubierta, siempre habrá corrupción y amiguismo.
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