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miércoles, 17 de noviembre de 2010

El verdadero gran descubrimiento de Einstein: Copiar y pegar

Siempre me chocó que cuando Einstein vino a España los politiqueros se empeñaron en que conociera a don Santiago Ramón y Cajal. Don Santiago, hombre muy cortes y cabal, lo saludó y pasó olímpicamente de él. Y es que el sabio español era un incombustible lector de las investigaciones científicas de la física.
Si excluyo a don Santiago, Albert Einstein fue el personaje que más admiraba en mi juventud. Creo que tengo todos sus libros traducidos al castellano. El interés sobre Einsten duró décadas y no sólo me afectó a mí, claro. Hubo un tiempo en que la revista Muy Interesante ponía su imagen en la portada cada vez que subía su precio, así la comprabas esperando leer algo sobre él. Luego pusieron chicas y chicos pudorosamente desnudos, siempre con un título interesantísimo como: ¿Por qué nos gusta el sexo?
Recuerdo el día que conseguí una vieja edición de La Teoría de la Relatividad (Biblioteca Scientia, Toledo, 1925), me temblaba el pulso cuando pagué las 3.500 pesetas al librero, por cierto, nada barato en aquella época. Devoré el libro en un rato, no era un libro muy gordo precisamente. Hoy supongo que será fácil encontrarlo en Internet.
Mientras leía un artículo detrás de otro sobre el trabajo de Einstein no me di cuenta, bueno sí, pero mi consciente se negaba a admitirlo, de que esas cosas ya las habían dicho antes otros físicos. Daba igual, era mi ídolo. En uno de mis libros llegué a escribir que el trabajo de Einstein era la hazaña intelectual individual más grande realizada por un ser humano. Que inocente era yo.
Gracias a un amigo, descubrí el nombre de Hermann Minkowski y en ese momento Einstein se me vino abajo. Aunque la Teoría de la Relatividad es en realidad el esfuerzo conjunto de los físicos de la época, si alguien puede llevarse el mérito de su creación es este matemático olvidado por las revistas de divulgación científica. Además, la cienciaficción debería rendirle culto, porque a él se deben esos conceptos tan utilizados de la cuarta dimensión, el hiperespacio y el espacio-tiempo. Sin embargo, los divulgadores científicos nos vendieron estos conceptos como si fueran ideas geniales de Einstein.
En nuestros días Einstein hubiera disfrutado copiando y pegando de webs como El rincón del vago, así hubiera descubierto la Teoría de la Evolución o la cuadratura del círculo. Que la energía se puede transformar en materia y la materia en energía ya lo había dicho Newton en 1704. Lo de la velocidad de la luz constante, su límite de velocidad, la masa, etc. es de Poincare y Lorentz. Su famosa fórmula, E= m.c2, había sido usada de una forma o de otra al menos por Samuel Preston Tolver en 1875, Jules Poicare en 1900 y Olint De Pretto en 1904, todos anteriores a Einstein que la publicó en 1905. Por si cabía duda del “corta y pega” cuando se le dijo que demostrara cómo había llegado a esa fórmula no supo hacerlo.
Einstein publicó siempre sus trabajos sin incluir referencia alguna, porque entonces se le veía el plumero. Los físicos de la época se echaron las manos a la cabeza al ver un plagio semejante, más aún cuando la editorial científica, Annalen der Physik, publicó el libro sin el menor rigor crítico.
Einstein fue acusado de plagio en diferentes ocasiones, pero siempre se defendía encogiéndose de hombros y diciendo que no conocía nada de lo anterior, que se trataba de una idea completamente nueva, se añadía una campaña mediática a su favor y listo. Los físicos se resistieron llamándola Teoría de la Relatividad de Poincare y de Lorentz, pero los medios de comunicación y el dinero pudieron con ellos.
En 1921 Albert Einstein recibió el Premio Nobel de Física, pero, claro, no por la Teoría de la Relatividad, porque si lo llegan a hacer el escándalo hubiera destruido la respetabilidad del premio. Hoy se lo hubieran dado, pues con toda la cantidad de denuncias por plagios que existen contra los ganadores sólo hubiera sido una más; después de todo, los denunciantes mueren de viejos antes de ver comenzar los juicios. Luego se quejan de que los premios Nobel están desprestigiados.
A Einstein lo vendieron como un sabio bonachón que de vez en cuando le gustaba aparentar estar haciendo el tonto, cuando en realidad fue un listillo haciéndose pasar por sabio. Lo de bonachón… es mejor no hablar de su vida privada y sus ideas.
¿Por qué se creó artificialmente la imagen de Einstein? Algún día lo contaré en otra entrada. Nadie conseguirá que el público cambie su popular imagen, pero también nadie conseguirá que los historiadores de la ciencia lo consideren el mayor fraude científico de la historia.
Aunque barre a favor de Einstein un artículo en Wikipedia sobre el tema. Por lo menos permite darse cuenta de todos los trabajos que Einstein dijo no conocer y sí conocía. Está en inglés: Pincha aquí

6 comentarios:

Herel dijo...

Nunca podremos saber el número de casos parecidos que realmente existen. El plagio o la "reinivención de la rueda" están a la orden del día.
Mañana nos inundan con una campaña informativopropagandística: Fulano, el creador de un nuevo estilo de...
¿Nuevo estilo? si eso ya lo ha hecho otra gente, sólo que ninguno de esos anónimos desconocidos lo había registrado como suyo ni lo había explotado económicamente.

El caso es que mientras no conozcas los precedentes, cualquier cosa es novedad.

Unknown dijo...

Cuanta razón tienes. Ni registros ni patentes lo evitan, los abogados siempre encuentran un punto débil para que sus clientes puedan pasar por los auténticos descubridores. Mejor no nombrar los casos de amenazas o hundir en la miseria al verdadero investigador.
Los de Einstein es que es muy fuerte ¡Con lo que lo llegué a admirar! Snif, snif, snif.

María José dijo...

Cierto Paco, y de su vida privada mejor corremos un "estupido" velo ;-) o si quieres nos unimos como el "mas mejo" Grupo de Investigadores españoles de dos que se precie y contamos la pelicula jajaja
Por eso el sueño de Einstein......

Trinity dijo...

Existe un pasaje de la historia de Juan Antonio Cebrián, titulado "Einstein vs Mileva Maric", donde queda bien patente que la teoría de la relatividad fue obra de su primera esposa, Mileva, una brillante matemática serbia, a la que le debe gran parte de su obra. De hecho, cuando recibió el premio Nobel en 1921, y aunque ya estaban separados, le dio el cheque del dinero a su ex mujer.

Se puede escuchar aquí (son solamente unos 11 minutos):
http://ia341340.us.archive.org/3/items/regocijos-04-01-10/versus_-_mileva_maric_vs_albert_einstein.mp3

Besitos

Unknown dijo...

Lo que hizo con su mujer es de juzgado de guardia. Aún es más indignante que se lo permitieran.

Oscar Iborra dijo...

Bueno bueno!! No tenía ni idea. Que asco de educación enlatada y de "historia" simplificada.