Analizer

jueves, 26 de agosto de 2010

Volviendo a mirar el yodo

Las cifras de las etiquetas del agua presentan muchas dudas y suenan a trucos del mago Tamarit, por ejemplo algunas que eran bajas en sodio y altas en flúor ahora ha subido el sodio y ha bajado el flúor ¿Un nuevo milagro del agua en vino? ¿El mismo contenido pero escrito de otra forma?
Digo yo que no será tan caro enviar cada cierto tiempo al super de la esquina a dos empleados de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, se traen agua de varias marcas y se analizan.
Como se gastan casi 900.000 euros para el museo de las caras de Bélmez o 600.000 para un cursillo de 300 mujeres empresarias en Canarias, no es por dinero, si es por falta de personal me pagan algo así a mí y me encargo yo de los análisis.
Vuelvo a la sal ¿A quién se le ocurriría ponerle flúor? Al buscarlo doy con un artículo que me vuelve conspiranóico del todo. Pertenece a la Sociedad de Toxicología de los Estados Unidos, tiene 11 años de antigüedad. No es sobre el flúor, es sobre el yodo.
A esa fecha se calculaba que el número de espermatozoides en el semen humano había descendido del 40 al 50% en los últimos 50 años. La discusión era a qué se debía, para unos que si esto, para otros que si aquello, la mejor explicación la de que nos apretaban mucho los calzoncillos; ciencia pura y dura.
Pues resulta que J. H. Weis en 1940 comenzó a dar yodo a las mujeres embarazadas y a los niños para prevenir el bocio en Suiza, donde sus habitantes alejados del mar sufrían una verdadera epidemia. Ante el éxito consiguió que se añadiera a la sal. Sin embargo, en 1991 Weis advertía que algo raro había pasado con la natalidad y sobre todo que una cosa es yodar la sal y otra poder encontrar un poco de sal entre el yodo.
Varios estudios a nivel mundial señalaban una relación entre el año de nacimiento y el descenso de espermatozoides. Los autores del artículo, miembros de la Universidad de Illinois, compararon esta relación con las fechas en que se había comenzado a yodar la sal y coincidían. Los hombres nacidos antes presentaban más espermatozoides.
El efecto se repetía en otros países. Francia había comenzado a yodar la sal en 1952, pues los nacidos en 1945 tenían más espermatozoides que los nacidos en 1962.
Con intención de comprobarlo pasaron al laboratorio. Las ratas que recibieron yodo durante su embarazo y en la época de lactancia criaron ratones más bajos en espermatozoides. La clave de la esterilización estaba en esa época del desarrollo. Trabajos de otros laboratorios confirmaban estos resultados, más ratas, hamsters, o pollos tenían crías con esperma más pobre.
La idea de que los hombres cada vez eran menos fértiles creó una alarma internacional. Menos mal que intervino la Organización Mundial de la Salud, bajó el número de espermatozoides que hacían considerar a un hombre como fértil de 50 millones a 20 y así todos fértiles de golpe, se acabó la discusión.
Pongámosle un poco de humor real.

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