La chavalería de mi época tenía un juego de palabras: Cuando vayas a los Andes, andes por donde andes te encontrarás con los Andes.
Dentro de un tiempo cuando vayas a los Andes no vas a ver los Andes. Los van a volar a base de superexplosivos ¿El motivo? El de una película de vaqueros, la fiebre del oro. Yo tampoco me lo he creído al principio.
Los clásicos filones de oro se han terminado, los ríos ya no traen pepitas doradas, la única forma que queda de sacarle el oro a la tierra es volar una montaña, pulverizar las piedras hasta dejarlas en arena, hacer pasar agua por la arena con un producto químico que atrape al oro y se acabó.
A este sistema tan ecológico se le llama minería a cielo abierto. El volar una zona en vez de perforar galerías no es nuevo, en España se usa desde 1957 cuando lo que sabíamos de ecología era regar los geranios y silbarle al canario para que cantara.
Lo terrible es que aún lo usamos, como muy bien saben los habitantes del valle de Laciana en León. Un valle declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, donde se crían dos especies en peligro de extinción, el urogallo y el oso pardo.
En nuestro país, de momento se limitan al carbón que es relativamente fácil de separar de la tierra, pero en Argentina y Chile van a por las partículas de oro diseminadas en toneladas de tierra. Depende de la zona sacan más o menos, por ejemplo de 20 toneladas de tierra consiguen un gramo de oro. Imaginaros la cantidad de tierra necesaria para que la explotación sea rentable. Van a necesitar tanta agua para lavarla que al no tener suficiente con los ríos y lagos están pensando en derretir glaciares de millones de años.
De paso aprovechan y se llevan el cobre, el plomo, el uranio etc. Para cada mineral hace falta un producto, así que venga a añadirle al agua litros y más litros de cosas inofensivas como cianuro o arsénico.
De nuevo las empresas están seguras de que esos productos jamás intoxicarán el medio ambiente, en especial porque nunca ocurren accidentes (no vale pensar en el Golfo de México). Por los explosivos usados si el accidente es con ellos los argentinos y chilenos van a ver el milagro del Sol de noche.
Y sé que lo ocurrido en San Juan, Argentina, el pasado julio no fue un accidente, no, únicamente se salió de la carretera un camión cargado con 8000 kilos de explosivos y chocó. Los policías aun se están santiguando porque descubrieron los detonadores al lado de los explosivos.
De momento están funcionando 30 minas. Esto es sólo el principio, todos sabemos la reacción de los humanos ante el oro, no pararán hasta que no quede ni un gramo, aunque tengan que demoler los Andes por completo.
Los montes españoles también tienen oro. Si ves un avión sacando fotos por encima de tu casita en el monte igual no es un turista maravillado por el paisaje. Podemos ir poniendo nuestras barbas a remojo.
Menos mal que los medios de comunicación no están controlados y luchan fieramente. Espejitos de colores, el reportaje que cortó la televisión argentina y puso uno sobre pingüinos.
Dentro de un tiempo cuando vayas a los Andes no vas a ver los Andes. Los van a volar a base de superexplosivos ¿El motivo? El de una película de vaqueros, la fiebre del oro. Yo tampoco me lo he creído al principio.
Los clásicos filones de oro se han terminado, los ríos ya no traen pepitas doradas, la única forma que queda de sacarle el oro a la tierra es volar una montaña, pulverizar las piedras hasta dejarlas en arena, hacer pasar agua por la arena con un producto químico que atrape al oro y se acabó.
A este sistema tan ecológico se le llama minería a cielo abierto. El volar una zona en vez de perforar galerías no es nuevo, en España se usa desde 1957 cuando lo que sabíamos de ecología era regar los geranios y silbarle al canario para que cantara.
Lo terrible es que aún lo usamos, como muy bien saben los habitantes del valle de Laciana en León. Un valle declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera, donde se crían dos especies en peligro de extinción, el urogallo y el oso pardo.
En nuestro país, de momento se limitan al carbón que es relativamente fácil de separar de la tierra, pero en Argentina y Chile van a por las partículas de oro diseminadas en toneladas de tierra. Depende de la zona sacan más o menos, por ejemplo de 20 toneladas de tierra consiguen un gramo de oro. Imaginaros la cantidad de tierra necesaria para que la explotación sea rentable. Van a necesitar tanta agua para lavarla que al no tener suficiente con los ríos y lagos están pensando en derretir glaciares de millones de años.
De paso aprovechan y se llevan el cobre, el plomo, el uranio etc. Para cada mineral hace falta un producto, así que venga a añadirle al agua litros y más litros de cosas inofensivas como cianuro o arsénico.
De nuevo las empresas están seguras de que esos productos jamás intoxicarán el medio ambiente, en especial porque nunca ocurren accidentes (no vale pensar en el Golfo de México). Por los explosivos usados si el accidente es con ellos los argentinos y chilenos van a ver el milagro del Sol de noche.
Y sé que lo ocurrido en San Juan, Argentina, el pasado julio no fue un accidente, no, únicamente se salió de la carretera un camión cargado con 8000 kilos de explosivos y chocó. Los policías aun se están santiguando porque descubrieron los detonadores al lado de los explosivos.
De momento están funcionando 30 minas. Esto es sólo el principio, todos sabemos la reacción de los humanos ante el oro, no pararán hasta que no quede ni un gramo, aunque tengan que demoler los Andes por completo.
Los montes españoles también tienen oro. Si ves un avión sacando fotos por encima de tu casita en el monte igual no es un turista maravillado por el paisaje. Podemos ir poniendo nuestras barbas a remojo.
Menos mal que los medios de comunicación no están controlados y luchan fieramente. Espejitos de colores, el reportaje que cortó la televisión argentina y puso uno sobre pingüinos.
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