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domingo, 25 de julio de 2010

La evolución humana y el queso de Burgos

Hace unos años estaba yo en casa tranquilamente conspirando y detractando sin parar cuando la radio dio una noticia extraña: ¡En Atapuerca (Burgos) habían encontrado restos de presencia humana de hace dos millones de años! Era Radio Nacional 5 Todo Noticias.

Uno no es un experto pero sabía que la famosa Lucy encontrada en África tenia tres millones y pico, me pareció muy poca distancia de tiempo entre una simia que nadie sabe de verdad si andaba a dos patas y unos humanos que ya se preparaban para inventar el queso de Burgos.

Busqué por Internet y pregunté a los amigos, nada de nada, aquella noticia no existía la debía haber soñado, pero mira por donde hoy encuentro en la prensa que durante el 2008 habían rascado en Trinchera del Ferrocarril encontrando sedimentos de hace 1.700.000 años. Conociendo las dataciones que se suelen hacer siempre a la baja para no contradecir la posición oficial de que todos los humanos venimos de África resulta que aquel periodista de Radio Nacional no era un conspiranóico desisformador vendido al oro de los antiglobalizacióm.

La ciencia por muy aséptica que diga ser está compuesta por humanos que en su inmensa mayoría tienen profundas creencias religiosas. Dentro de ella los auténticos escépticos frente a los dogmas religiosos son cuatro gatos, aunque cueste creerlo, y las tres grandes religiones (cristianismo, islamismo y judaísmo) dicen que Dios creó al hombre en África. Quien diga lo contrario lo paga bien caro.

¿Alguien se acuerda del hombre de Orce? Es un trozo de cráneo humano encontrado en 1982 por Josep Gibert i Clols en ese municipio de Granada. Fue datado (a la baja como siempre) en 1.300.000 años y más restos de presencia humana en 1.400.000, pero como su existencia en esa época contradecía lo de África, Henry y Marie Antoinette Lumley especialistas de Louvre (cuya religión no voy a desvelar) dijeron que era un trozo de cráneo de burro y se quedaron tan tranquilos, moviendo a sus colegas para negar el descubrimiento.

De nada valieron los datos y los análisis, además de que era algo facilísimo de ver, pues hasta el médico del pueblo, que como médico había estudiado anatomía, reconoció enseguida que era un trozo de hueso humano. Josep Gilbert pagó muy caro su descubrimiento siendo vilipendiado hasta el día de su muerte.

Hoy ya no existe problema para reconocer que el hueso de Orce pertenece a un humano, la antigüedad de algunos restos de Atapuerca hacen que no sea una molestia. Fue toda una demostración de la influencia de la religión en la ciencia, aunque sea de tapadillo. Ni se sabe la cantidad de afirmaciones científicas que tendrán la misma base.

Va siendo hora de que religión y ciencia se separen de verdad, no sólo de cara al público de los documentales de la “dos” y de YouTube. Si alguna vez la ciencia da la razón a la religión en algo que sea por datos reales, no por encontrar una justificación a las creencias.

El año que viene en Atapuerca van a profundizar hasta 1.500.000 años ¿Nos apostamos algo? A que si encuentran restos humanos al poco tiempo aparecen otros más antiguos en algún lugar de África u Oriente Medio No digamos si se produce un hallazgo inusual, como un queso de Burgos superpetrificado, veréis enseguida la noticia de un increíble queso etiope más caducado aún que el de Atapuerca.

¡Ah! Se me olvidaba, las pruebas genéticas… Uhm, hoy me he extendido demasiado, mejor lo dejo para otro día.

El HOMBRE DE ORCE

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