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martes, 9 de agosto de 2011

Las “caras de Bélmez” persiguen a mi mujer

Cuando la caras de Bélmez han sido analizadas en un laboratorio los resultados han dado con los productos con que se pintaron: sales de plata, porquería (por decirlo suavemente) que incluía hasta un tipo poco saludable de bacteria, pintura comercial, carboncillo, aceite, etc. Da para muchas técnicas los 40 años trascurridos.

Siempre han existido caras que desde luego no han sido pintadas, son manchas que nuestro cerebro traduce como rostros. Como es de esperar no son las de aspecto más real, basta con humedecer las partes que parecen fórmala y la cara es vista por todos. Una vez lo hice incluso con cerveza por no tener otro líquido a mano, no hace falta decir que el creyente en Bélmez perdió su fe.

Si alguien puede tener el honor de haber conseguido realizar la primera auténtica “cara de Bélmez” falsa en la historia es mi mujer. Estaba yo ahí dale que te pego a ver cómo podía hacer rostros en el cemento sin usar pintura ni ningún producto químico, cuando vino ella cogió el cemento y en un plis plas dibujó un elfo con agua. Lo curioso es que pasaron meses y el elfo no se iba. Ahora han pasado años y sigue ahí, se ve menos, claro, pero el elfo se resiste a irse. Los productos químicos para potabilizar el agua deben ser los culpables.

Pues resulta que a mi mujer, haciendo unos orgonites, se pegó parte del recubrimiento del molde apareciendo un rostro con aspecto maligno. Una auténtica pareidolia que de haber ocurrido en un lugar supuestamente encantado se habría liado una de impresión; y si llega a ser en Bélmez ya ni os cuento. Yo creo que si dejamos a mi mujer veranear unos días en Bélmez aparecen caras hasta en la punta del campanario, parece que tenga imán para ellas.

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